lunes, 17 de junio de 2013

CUENTOS y RELATOS. Primera parte


CUENTOS Y RELATOS

Autor DANIEL QUINTERO TRUJILLO


DEDICATORIA

A mi esposa AliciaCompañera de mis sueños.

A mis hijas:              Edith Carolina y Tathiana.
Motivo y razón de vivencias y relatos.

A Laura Camila:
Que me insistió para que escribiera y motivó con mensajes especiales

Y a mis sobrinos y parientes:
Que me escucharon con atención en muchas ocasiones.












NADA SE TERMINA, SI HAY ALGUIEN QUE RELATE O ESCRIBA UN CUENTO.





ENTRE ARRABALES Y CAMINOS DE HERRADURA




PROLOGO
Ucontador de sueños… Ese es mi Papá. Cuando niña, nos contaba fabulosas historias que hoy plasma en estos cuentos y yo me preguntaba: ¿Cuándo tendremos historias de vida para poder contarlas también? Con el pasar del tiempo me doy cuenta, que Él crea y nos narra cuentos con base en sus vivencias y las nuestras, con un límite tan ligero y delgado que aun hoy no se qué es fantasía y qué es realidad.
En esta colcha de retazos ha plasmado con nostalgia y buen humor gran parte de su historia por los caminos  de la vida. Recuerdos desde el día que casi lo bautizan: “Agapito”. Con tal claridad Macondiana, que nos transporta a su mundo y nos hace vibrar, sentir, llorar y anhelar, cada espacio, cada momento vivido con amor. Nos mezcla con altura e imaginación un mundo surrealista y mágico con grandes y pequeños instantes de su vida y de la vida de los que ama.
¡Cómo no volver a vivir esos momentos en la tienda de Mamá Coco o cómo no enternecernos con la Pony Malta y el circo, que dejan ver su alma de niño y espíritu inquieto aún después del avance de las canas! El leerlas es un disfrute máximo de los sentidos que nos pasea por los rincones de su alma, por  las calles del Tamaco haciéndonos vivenciar aquellos momentos o acontecimientos, unos muy divertidos y otros que generan nostalgia, que se entrelazan para hacernos vivir, recordar y añorar épocas pasadas; personas que amamos mucho y que hoy leen estos párrafos desde el cielo, sintiéndose plenos, felices y orgullosos de que sea Ñelo, el intelectual y amoroso hijo de Doña Socorro y Don Teodoro,que con maestría virtuosa hila las historias para el deleite de todos.
Nos lleva de la mano a momentos familiares que para su vida fueron trascendentales y los asumimos como propios, como parte de nuestra historia y así mismo nos lleva a incrustarlos en lo más profundo de nuestro corazón.
Todos sus cuentos están motivados por un pequeño instante en su inquieta vida y para mí es un honor y un orgullo escribir estas líneas previas al viaje que cada uno de ustedes va a emprender al leer el libro.
Para todos los que lo lean, espero los trasporte como a mí y lo disfruten y vivan tanto como yo, fruto de uno sus sueños… hija del hacedor de sueños.
                                 CAROLINA QUINTERO GONZÁLEZ








EL DIA DEL BAUTISMO.
Ese domingo, cuando la misa mayor había terminado, el sacerdote se dirige al bautisterio, para oficiar el sacramento. Allí estaban  mis padres en compañía de Don Antonio y Doña Margarita que iban a servir de padrinos en tan importante ceremonia.
Eran los tiempos de nombres como: Bartolo, Rumalda, Bernabé oBelarmina. ¿Cómo van a llamar a ese niño? Pregunta el oficiante: “AGAPITO” Padre. Una risa burlona interrumpió la ceremonia, que el sacerdote aprovechó para buscar un libro de nombres de profetas y de santos. Enseguida con tono de autoridad se dirige a los presentes y les dice : Ese pegote de ojos verdes debe tener un nombre más cristiano, así que para que Dios lo proteja como al profeta en el foso de los leones, su primer nombre será Daniel y para que en el futuro sea un maestro de la verdad, será De Jesús.
A partir de ese día en la parroquia de San José de Convención para bien de la familia y de la pedagogía, se bautizó a Daniel de Jesús. Si no hubiese sido así… Agapito sería el maestro de escuela rural y autor de estos escritos.







EL ESTUDIANTE DE LA U.            
Diciembre, es el mes apetecido por los niños de la calle del Tamaco. Es tiempo de vacaciones, juegos y corrillos en la noche para relatar cuentos como El tío Conejo, Tío Tigre y Pedro Rimales. Mientras juegan, ven salir de la carrera 10 con calle 4, un estudiante de Ingeniería Química de la Universidad Nacional, que el día anterior había llegado al pueblo para visitar a su familia y ahora se dirige al café del parque, para cumplir una cita con los amigos de la secundaria, hablar de las novedades de la capital y de los avances en sus estudios.
Por un momento se suspenden los juegos ya que todos quieren ver pasar a Rafael, mientras que José, un compañero de juegos dice: ese señor es estudiante de la U. ¿Cómo? así gritan todos, tan grande y solo sabe las vocales? … nosotros somos más adelantados, ya conocemos el libro segundo de Alegría de leer.
De inmediato el tropel de niños corre a la tienda de la esquina a comprar caramelos, allí estaba la señora María Elena que hablaba con orgullo del regreso de su hijo en estas vacaciones, comentaba: es un muchacho juicioso, inteligente y no tiene que sufrir por la alimentación, porque él come a la carta. ¡Ve… ese es un sabio! porque se come las letras,  los chicos seguían jugando, pero se preguntaban unos a otros: ¡Cómo será comerse las letras de las cartas para ser Doctor!
SASPELUCANTINA

                           
El peluquero de mi pueblo, había instalado su negocio en el barrio La Plazuela. Un sábado lo encontré montado en una escalera, colocando un aviso que decía: SASPELUCANTINA DE MARCIAL VILLABA. Al no entender su significado, le pedí una explicación: es mi actividad comercial, sastrería en la mañana, peluquería en la tarde y cantina en las horas de la noche. De inmediato comprendí que era un hombre astuto, pues para sobrevivir había montado un múltiple negocio.
Cuando estuvo dispuesto para atenderme me dijo siéntese en el trono, me cubrió con un paño blanco, las tijeras bailaban en mi cabeza y con una peinilla perfilaba el corte.
El hablaba de lo divino y de lo humano, parecía un  radio viejo, narraba cuentos como el del señor que se mandó a tusar, para que eldiablo no lo conociera cuando viniera a buscarlo. Mientras hablaba, yo, lo observaba por el espejo de la pared del frente, estaba fatigado haciendo una tarea de nunca acabar, por fin esparce con  la brocha grande un talco para sacudir los cabellos del cuello, quita ese trapo, da algunos pasos y exclama: ¡ya terminé! para la próxima traiga el valor de dos cabezas. Cuando tuve que volver a la peluquería le recordé a mi padre lo ordenado por don Marcial y él me dio el dinero para que pagara el valor de una peluqueada y que la otra, Dios se la pague.
Ahora cada vez que voy al estilista recuerdo a don Marcial porque siempre se me dicen: disculpe Señor, vuelva más tarde, es que peluquearlo a usted es como atender dos turnos.













LOS CUENTEROS DE LA PIEDRA DELTAMACO

                 
                                           

Cuando los niños del Tamaco terminaban sus tareas, corrían a una piedra grande y de superficie plana, para relatar las historias que escuchaban de los abuelos o los cuentos que ellos mismos inventaban, en la mitad se ubicaba el niño que hacía de relator, se posesionaba de su papel: dramatizaba, cambiaba la voz, hacía gestos, mientras los otros lloraban o reían, imaginando los acontecimientos.
Muy cerca a la piedra estaba la carpintería de Juan llamado por los chicos “mentira fresca”  y mientras cepillaba las tablas con la garlopa,  también se divertía con los relatos de los niños, de pronto salía a la puerta y decía : “Ustedes no saben lo que le pasó a tío tigre… mientras ellos gritaban ”Qué pasó” sucedió que un conejo, que quería pasar a la orilla del río, le pidió a tío tigre que lo llevara montado en sus espaldas, prometiéndole que cuando estuviera al otro lado le conseguiría zanahorias en los campos, aceptó pero al llegar brincó del


lomo y se escondió en su cueva, desde donde veía al tigre llorar por el hambre y por pendejo. Al terminar, el carpintero anunciaba que al otro día les contaría el desquite de tío tigre.
Años después, siendo estudiante de la Universidad Nacional Autónoma de México, observé que frente a la Torre de la Rectoría, adornada por las Pinturas de Siqueiros, que reflejan el espíritu de la Revolución Social de México en el siglo XX, paso obligado de los estudiantes a las diferentes facultades, en una tarima siempre estaba el Papirolas, relatando las hazañas de Pancho Villa en la revolución Mexicana, afirmaba que su decisión había sido definitiva para derrotar al Gobierno de 1910, apoderándose de las tierras para distribuírselas a los campesinos. Lo mismo se le escuchaba, sobre la Masacre deTratelolco: cuando seis mil estudiantes, reunidos en la plaza de las Tres Culturas, defendiendo la Autonomía Universitaria, observaron en el Cielo una Luz roja. Era una señal siniestra, la policía de México disparaba contra los estudiantes en ese 2 de octubre de 1968.
Algunos estudiantes se sentaban a escucharlo, otros continuaban su camino a los salones de clase y el Papirolas sin mirarlos, utilizaba sus manos elaborando figuras de papel. Cuando las perfeccionaba  decía al auditorio – No se preocupen si sus trabajos académicos no sirven, yo se los cambio por cuentos y les regalo avioncitos para que los pongan a volar en su imaginación o por barquitos de papel para que naveguen en el inmenso mar de sus responsabilidades –.
Al escucharlo me transportaba a la piedra del Tamaco. Imaginaba los niños de mi barrio y volvía a aterrizar a la Torre de Rectoría para decirme que todos tenemos historias por contar. Así que mientras exista alguien que narre o escriba un cuento, nada se termina… todo está por hacer. Ahora escriba usted su propio cuento.  


LA PONY MALTA Y EL CIRCO.
                    
Cuando comenzaba el mes de noviembre, el pueblo celebraba las fiestas de su fundación, había llegado un circo, para divertir a sus habitantes, instaló su carpa en el Llanobalón; por sus calles pasaba un carro altoparlante que anunciaba la última función, ese día con la compra de la boleta regalaban una Pony Malta que Bavariapromocionaba en el mercado.
Los profesores de la Escuela aprovecharon la tarde deportiva para llevar a los niños a disfrutar algo poco común en la región.
Nos ubicamos en los estrados altos de la carpa, cada niño con su botellita encantada con sabor a caramelo, la abrazaban y degustaban poco a poco, para que no se acabara. Me resbalé silenciosamente, la escondí cerca a un roto de la carpa, por donde salí a mi casa a buscar una totuma, regresando a toda velocidad, entré por el mismo sitio y no encontré mi botella, el vigilante que me observaba me cogió del brazo y me dijo “Colado debes pagar la boleta”…



-No, no,  yo pagué, - me llevó hasta la puerta, afortunadamente me escuchó llorar, un payaso animador de la función y preguntó ¿qué te pasa niño?
-Yo pagué y entré con los compañeros, pero, quería llevarle a mi mamá, un poquito de Pony en esta totuma y me la robaron del sitio donde la escondí.-  No sufras niño, al circo se viene a gozar, tomate ésta y cuando termine la función te la lleno.
Busqué a mis amigos del curso, disfruté y reí con los payasos, me gusto el saludo que el perrito Limber hacía al público levantando las manos y brincando en las paticas, la desaparición del conejo que hacía un mago, el malabarista que se suspendía en el aire caminando por la cuerda, el desfile de los elefantes y el susto que me llevé con ese señor que botaba candela por la boca. Finalmente aparece un payaso trompetista que anunció: ¡La función ha terminado¡
Lo cogí de la mano, él me echó la Pony en la totuma y corrí feliz a sorprender a mi mamá y contarle lo sucedido en el circo de mi pueblo.








UN PUEBLO EN LA OSCURIDAD.

Esta historia aconteció en el pueblo de Cote en 1955, año del juego del trompo y de los barriletes y quien relata, era un niño de 8 años que estudiaba en la escuela.
El pueblo situado en la cordillera oriental, límites con Venezuela, de calles empedradas, respiraba el olor de la caña y el café. Los habitantes se dedicaban a las actividades agrícolas y en el mes de Octubre llevaban las cosechas al almacén cafetero de propiedad de Don José Moreno, un próspero comerciante que viajaba a Aruba para cambiar los productos por camiones marca Ford, tipo F8 y aparatos eléctricos importados de Estados Unidos.
La luz se generaba por un motor diesel, instalado en una casona de la quebrada San Juan que los pueblerinos llamaban La Planta. Cuando la luz llegaba, la iluminación se asemejaba a una vela opaca y titilante, similar a las de los pesebres de Diciembre que prenden y apagan. Todos los habitantes estaban atentos a la llegada de la luz de 7 a 9 p.m. horario de prestación del servicio de alumbrado. Los estudiantes aprovechaban para concluir sus tareas y los adultlos, sacaban los taburetes a la puerta de la casa para conversar con los vecinos, narrar cuentos y hablar de política.
Aconteció que Don José, el comerciante de café, había traído para vender elevadores eléctricos Winchester que adquirieron para mejorar la iluminación.
El lunes cuando el pueblo se iluminó… sus habitantes corrieron a instalar los elevadores, de inmediato el pueblo quedó a oscuras y en el silencio de la noche se escuchó el eco del desconcierto
¡Carajo esto se jodió!  
Era la planta que se había paralizado por no tener capacidad para generar un alto voltaje. La gente se  acostó pensando Qué pasaría al día siguiente, mientras el Alcalde preparaba a la luz de una vela la Ordenanza  Municipal.
Cuando salí de la escuela al terminar la jornada de la mañana, observé, cerca del salón del billar, ubicado en la plaza principal, a un policía vestido de caqui con un tambor haciendo redobles en señal de atención. Era José de la Rosa, que leía el bando:
El Alcalde de Cote en uso de las atribuciones legales y considerando que en la noche anterior el pueblo quedó a oscuras Ordena:
Artículo Primero. Prohíbase el uso de elevadores.
Artículo segundo. Se ordena decomisar los aparatos en toda la población.
Artículo tercero.  Quien infrinja la presente ordenanza será llevado a la cárcel.
Cúmplase en forma inmediata.
Al terminar de leer el Bando, el administrador del billar, un señor de baja estatura y anatomía circular que escuchaba atento, tomó por el cuello al policía y le dijo “Oye José de la Rosa, si quieres llévame de una vez a la cárcel, porque yo seguiré utilizando el elevador ¡Qué más cárcel que éste pueblo!”
Los habitantes respetuosos de la ley, cumplieron la ordenanza, mientras que en las noches se veía a José de la Rosa, jugar en el billar con el administrador del salón y el pueblo siguió en las tinieblas, iluminado por la planta, las velas, la luna y las estrellas.


AHORA ME DA RISA EL APODO
En los primeros años escolares, los muchachos están pendientes de las cualidades o defectos que tenga alguno en el curso,  para bautizarlo con un apodo o sobrenombre: BISAGLA o LENGUETRAPO me llamaron, debido a mi defecto de pronunciación de la ERRE. La reacción era inmediata: Ira, llanto y peleas en el patio de recreo.
Buscaba seguridad acusándolos con el director del curso y al llegar a casa, la protección en mis hermanas docentes, que presurosas me daban tratamiento pedagógico, con la repetición de trabalenguas como:
“Erre con erre cigarro
Erre con erre barril.
Rápido, ruedan los carros.
Cargados de azúcar al ferrocarril”
Ejercicio que no modificó el defecto de pronunciación, pero me dio seguridad, mejoró la autoestima y disminuyó el nivel de agresividad.

Ya en la secundaria, el profesor de castellano que estimulaba la lectura en público, manejó con autoridad la conducta del grupo  al decirme que pronunciaba la Erre, como un buen francés. Corrí a contarlo en mi casa, mamá sonriente me dijo ¿Ves? Nadie es perfecto, hasta los franceses, son también bisaglas.




ESE ES MI TÍO.

Al terminar de contar mis cuentos y relatos tales como: “Que la Virgen María en el pesebre, amasaba la harina para el pan de San José”, o cuando una estrella se quedó en la tierra un siete de diciembre, para vestirse de verde e iluminar de esperanza los corazones de un pueblo olvidado; o mi relato de infancia, en aquel 24 de diciembre que pedí al Niño Dios de regalo  una pistola y me acosté tan temprano para que la espera no se hiciera tan larga y al amanecer hallé una vaca lechera… Mis dos hijas aún pequeñas preguntaban a mi señora ¿mamá eso es verdad? Y ella un poco incrédula, pero con el ánimo de mantener el prestigio y veneración de un hijo con su padre, les respondía: “es muy cierto hijas”.  En seguida un ejército de sobrinos se levantaban de la mesa del comedor y salían corriendo al patio, gritando alegres y a la voz de Marcel Leonardo se escuchaba la frase: ¡Ese es mi tío!












UN BUS EN EL AIRE.  
Por los años de 1953, un avión aterrizaba en el aeropuerto de Techo en Bogotá, porque mi padre Teodoro llevaba a la abuelita Visitación que iba muy enferma y debía llegar ese mismo día al Instituto de Cancerología. Manuel un paisano, estudiaba en la Universidad Nacional; había sido contactado para que lo orientara. Ya en esa época la Capital se percibía con problemas de tráfico, inseguridad y grandes distancias.

Fue novedoso su desplazamiento en trolebús, amarrado con tirantas a las cuerdas eléctricas estaba saturado de gente y se desplazaba a gran velocidad. Allí entendió la necesidad de manejar su dinero con mucha precaución. Mamá Cocó le hizo una faja con bolcillos ajustado por botones para guardar el dinero. Su gran dificultad era grabar los espacios ya que no sabía leer ni escribir y el estudiante de economía tenía sus propias responsabilidades. Aprovechaba las horas en que noestaba en el hospital para ir a los grandes almacenes, comprar los artículos que llevaría a su familia y un reloj muy fino al estudiante que lo acompañaba.

En una fría mañana de domingo, salió a recrearse acompañado por la joven pareja, para conocer el Parque Nacional, un fotógrafo que circulaba por el área, registro para la posteridad la imagen de Don Teodoro Quintero Sánchez luciendo como buen cachaco, consombrero borsalino negro, camisa blanca, corbata de listones, vestido gris a rayas de amplia solapa, fabricado en paño inglés y con zapatos negros marca Ago., comprados con la premura del tiempo, en la sastrería de Dalyn Yaduro ubicada en el callejón del Parque.

Tres meses después regresó a su pueblo. La Abuelita permanecería otro tiempo en el hospital. ¡Llegó papá! manifestaban los pequeños hijos, que curiosos, se arremolinaban a escucharlo y recibir los traídos de la capital. Mientras recibía mi juguete le pregunté: ¿Papá qué es un Avión? Frunció el seño y con  autoridad responde: No moleste hijo, No ve, que estoy cansado? Eso es “un bus con alas”. Sentí como un regaño, me retiré al aposento y dañé mi corneta, porque le había escuchado que cuando la dañara, él me la compraría para utilizarla como embudo y embotellar petróleo.
Muchos años pasaron, las ciudades crecieron y mi pueblo permanecía estacionado cual joya encerrada en una urna.
Ya en la universidad leía en el libro Lengua y Civilización Francesa de Mougé, la lección del aeropuerto de Orly en París, el autor se refería al avión como un bus del aire o AERBUS, viví el recuerdo de mi infancia, valoré su respuesta y comprendí que Él, tenía una Inteligencia Relacional. Esto es la capacidad de conectar acontecimientos, hechos de la naturaleza, de la vida y los objetos para hacer definiciones. Hoy cuando me desplazo desde cualquier aeropuerto imagino que mi padre desde las alturas celestiales, reirá de mi analfabetismo Aeronáutico

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